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"Bad Boys", los matones que tiranizaron la NBA

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10/02/2018 - 08:30

La NBA de los 80 estuvo dominada por el binomio Magic-Bird, cambiaron la historia del baloncesto para siempre y lo elevaron a su categoría actual. En la siguiente década, la de los 90, el testigo fue tomado por Michael Jordan, que se transformó en un fenómeno global no igualado nunca por ningún deportista. Pero entre estos dos reinados baloncestísticos hubo una rebelión, un equipo que tomó el poder por la fuerza (nunca mejor dicho), y esos fueron los Detroit Pistons de Chuck Daly, sin lugar a duda uno de los mejores conjuntos que se ha juntado nunca en una pista de básquet.

Con un enfoque incluso bélico del concepto defensa, consumaron la perfección del trabajo atrás, cruzaban la frontera constantemente y los árbitros eran incapaces de frenarles. Eran unos villanos y les gustaba serlo. Pero eso no les exime de ser una maravilla en ataque.

Su trabajo no era gustar a la gente, sino ganar a los equipos que le gustaban a la gente. Y así se convirtieron en el equipo más odiado de la época, pero también tenían muchos fans y hoy en día pocos le dan más importancia a su faceta violenta que a su excelencia como equipo.  

Aun así, no todos estaban de acuerdo con la etiqueta que había recibido. Según Isiah Thomas ellos no eran ni matones ni violentos, pero la gente les llamaba eso por la impotencia de verlos ganar. Pero para el resto del plantel eso es irrelevante. No les importa ahora ni les importaba entonces lo que piensen de ellos. El mismo John Salley diría " Los que digan que somos unos matones o villanos, pueden besar mi culo". Sobran las palabras.

Una plantilla que era una familia

La estrella de ese equipo sería Isiah Thomas, el menudo base de 1’85 que haría temblar a la NBA.Al inicio de su carrera el joven era amado en su Chicago natal, de hecho, en su segundo partido como profesional lo hizo contra los Bulls y los aficionados lo aclamaron. Pero la historia iba a cambiar mucho, hasta que Thomas sería enemigo público en la ciudad que lo vio nacer.

Isiah creció como un niño pobre, teniendo una infancia durísima que marcó su carácter y su alma. Él sería el corazón de los Pistons, todo pasión y garra, una fuente de inspiración para sus compañeros. Además de un inconmensurable jugador, uno de los mejores de siempre en su posición. 

“Zeke” sería All-Star todos los años de su carrera menos el ultimo.  Si se puede definir el juego de esta leyenda en unas pocas líneas, sería así: maestro del “pick and roll”, anotador implacable e imparable en sus momentos calientes y uno de los mejores pasadores de la época, además de un defensor de élite.

Toca hablar del segundo jugador más importante de la plantilla. Joe Dumars era el menos duro y el más caballeroso de los Bad Boys. De hecho, hay un trofeo a la deportividad que lleva su nombre. Un tipo tímido y callado fuera de la pista, pero un auténtico perro de presa dentro de ella, alguien muy inteligente que siempre tenía bien estudiados a sus rivales.

El escolta fue uno de los stopper más eficaces que ha visto el baloncesto, así como un grandísimo anotador desde la media distancia. Entre su palmarés destacan seis presencias en el All-Star, cuatro en el mejor quinteto defensivo de la liga y una en el segundo mejor quinteto NBA. El mismo Michael Jordan dijo que Dumars es el tipo que mejor le defendió en toda su carrera.

Además, fue el MVP de las finales de 1989, en las que promedió 27,3 puntos en los cuatro partidos que duraron. Fue el complemento ideal de Isiah Thomas, formando el que para muchos es el mejor backcourt de la historia de la NBA.

Una pareja que haría historia: Isiah Thomas y Joe Dumars.

El emblema del equipo en cuanto a triquiñuelas era Bill Laimbeer. El oriundo de Boston llegó a los Pistons después de que McCloskey se enamorase de su juego en un partido contra ellos. Agresivo y luchador como pocos, nunca daba nada por perdido. Creció como un niño rico y tuvo una infancia ideal, todo lo contrario que Thomas, pero había algo que los unía: su personalidad pendenciera.

En muchas ocasiones Bill era el más valioso de su equipo, porque conseguía anular a las estrellas rivales a base de meterse en su mente. Una de sus “hazañas” más conocidas es cuando acabó a puñetazo limpio con Bird con el simple objetivo de sacarlo del partido.

Si dejamos a un lado los eufemismos, Bill utilizaba la violencia, pero en esa época estaba permitido, así que se limitó a jugar según las reglas, era el tipo más listo de la clase. No es ningún secreto que una falta típica de Laimbeer en los ochenta ahora le acarrearía varios partidos sin jugar. En su momento culmen como jugador, el mismísimo rotativo Los Angeles Times le llegó a clasificar a Bill como "El Darth Vader de la NBA"

Dominique Wilkins, leyenda de la NBA, habla así del pívot:"Estabas tan enfadado con él (Bill) que perdías la concentración en el partido".

Por otro lado, tenemos a Rick Mahorn, una bestia en la cancha que intimidaba a sus rivales, además de dejar K.O.  a más de uno. Él mismo admitiría que jugaba por encima de la ley, lo que acabaría poniendo el listón de faltas tan alto que en la NBA actual nos parecería una locura. Empezaría mal con Laimbeer por llegar pasado de peso a la pretemporada, pero acabó siendo de sus mejores amigos.  El pívot es el paradigma de la figura del “enforcer”, el tipo que se dedica a atemorizar a rivales y proteger a sus compañeros.

Otro jugador interior que ejercía como “enforcer”, aunque en menor medida, era James Edwards, un pívot con buena capacidad anotadora, aunque flojo en el rebote, con la salida de Mahorn debido al draft de expansión, Edwards tuvo que coger protagonismo y pasó de promediar 7,3 puntos en 1989 (primer anillo) a 14,5 en la temporada del bicampeonato. El equipo tenía recursos a raudales.

Haciendo honor a lo descrito sobre el juego interior de los Pistons, tenemos el testimonio de Patrick Ewing, que dejaría para la posteridad la siguiente afirmación: "Cuando Rick [Mahorn] y Bill [Laimbeer] estaban en la zona sabías que te ibas a llevar algún golpe, no sabías por donde vendría, pero sí que estaría ahí".

Con este vídeo os podréis deleitar viendo los “regalos” que el bueno de Bill dejaba a sus rivales cada vez que se acercaban a la zona. No tiene desperdicio:

No podemos olvidarnos de Dennis Rodman, el que seguramente es el mejor reboteador de la historia del baloncesto, superando los 18 RPG en dos temporadas, en una era en la que el ritmo de juego era muy pausado y por ende más difícil llegar siquiera a acercarse a estas cifras. El tipo que hacía el trabajo más sucio y el que estaba dispuesto a morir la ciudad, Detroit sería su casa y los Pistons su familia.

Para que nos hagamos una idea, desde 1974 tan solo Rodman ha conseguido promediar 18 rebotes en una temporada. Además, fue el líder en este apartado durante siete años consecutivos. Por si fuera poco, “El Gusano” también fue condecorado dos veces como jugador defensivo del año, acudió en seis ocasiones al All-Star y formó parte otras ocho de quinteto defensivo y dos del All-NBA, casi nada.

Dennis tuvo una infancia brutal, con dificultades para que la comida llegara a casa y siendo maltratado por su madre, esto le llevó a ser un luchador incansable, pero también a tener una personalidad complicada y falta de afecto. Chuck Daly ejerció de padre para él, esto no es una forma de hablar, es literal. Su entrenador es una de las personas más importantes en la vida del jugador y separarse de él le llevó por derroteros peligrosos, llegando incluso a estar a punto de suicidarse, por no mencionar las grandes de polémicas que generaría después como jugador, alejado de Chuck.

Chuck Daly, un padre para sus jugadores.

Llegados a este punto es inevitable pararse en la figura de Chuck Daly, un mito del baloncesto, el entrenador de los Bad Boys y también del Dream Team del 1992. Si fue el elegido para entrenar al cómputo de estrellas que jugarían las olimpiadas no fue por sus conocimientos del juego, que, si bien eran de elevada categoría, las malas lenguas comentan que ni siquiera estaba a la altura del de sus asistentes. Lo que distingue a Chuck de los demás es su personalidad, carisma y liderazgo, algo que es incluso más importante para dirigir un equipo cuando la calidad del plantel es tan elevada.

Su carisma era tan elevado que incluso se ganó el apodo de “Daddy Rich”, haciendo referencia a sus gustos para la vestimenta. Desde luego era un derroche de clase y de habilidad motivadora, no es casualidad que todos los integrantes de la plantilla lo recuerden como a un padre.

Joe Dumars describe así a su otrora entrenador: "Chuck no sólo entendía a la perfección el juego, sino que también comprendía a las personas, las respetaba y les daba el margen de confianza que se merecían".

Daly nos dejó en 2009, para la posteridad quedan sus dos anillos, el oro olímpico y su elección para formar parte de la lista de los 10 mejores entrenadores en la historia de la NBA (1996) y ser incluido en el Salón de la Fama (1994).

John Salley y Vinnie Johnson son otros de los nombres vitales en la configuración de la plantilla. Ambos jugadores de talento, el primero un 4 y el segundo un guard que compartía rotación con Thomas y Dumars. John era un bromista, un tipo de los que hace grupo. Siempre se tuvo la sensación de que no acababa de despegar, en sus inicios era un jugador con una gran proyección pero que acabó quedándose en un interior capaz. Por su parte en Vinnie Johnson encontramos el origen del término microondas para un jugador de baloncesto. El escolta revolucionaba los partidos con su entrada en pista gracias a su capacidad de anotación saliendo del banquillo.

Bill Laimbeer pensando en su próxima estrategia para desatar el caos.

El culebrón con Dantley

Otro de los integrantes fue Adrian Dantley. Era un tipo tímido y grandísimo jugador: dos veces Scoring Champ y cuatro años seguidos por encima de los 30ppp cuando militaba en los Jazz.The Teacher es uno de los aleros con mejor capacidad para anotar en el poste que ha visto la NBA, es más, según el mismísimo Wilt Chamberlain, él, Dantley y Jabbar fueron los mejores en esta faceta, claro que el de Detroit medía 1’95. Lamentablemente para él, no llegó a ganar el anillo, porque fue traspasado en mitad de la 88/89 por Mark Aguirre. Eran dos jugadores de similar nivel, el movimiento se debió puramente a que Aguirre era amigo de la infancia de Thomas y encajaría mejor en el crisol de personalidades que conformaban la plantilla, en cambio Dantley era un tipo huraño, sin amigos en el vestuario y de difícil trato que tuvo peleas tanto con los pesos pesados del equipo como con el mismo entrenador.

Siempre hubo controversia con el tema Dantley/Aguirre.

Pese a que los Pistons eran un equipo plenamente contender (recordemos que habían llegado ya a unas finales), se estaban hundiendo debido a la falta de química. Dantley reclamaba más tiros y protagonismo, estaba acostumbrado a ser el go to guy en Utah y perdía minutos en favor de Rodman, que ejercía un papel vital como stopper en el esquema de los Pistons. El momento culmen de tensión se culminó cuando A.D. llegó al punto de no querer salir del partido, viéndose Dennis obligado abandonar la cancha. La bronca que Daly tendría con el alero sería antológica.

En resumen, Dantley no aceptaba que Thomas fuera el amo y señor del equipo, algo que el resto del mundo daba por hecho.

Viendo el panorama, McCloskey, el artífice de la plantilla, tomó la decisión definitiva. Como ya hemos adelantado antes, llegó Mark Aguirre, el número uno del draft de Thomas y un jugador similar en cuanto a capacidad. También era un brutal anotador, sin llegar a picos tan altos de producción ofensiva, pero siendo más completo en las otras facetas del juego. El alero era alguien capaz de realizar temporadas de 29/6/5 en su mejor momento individual, números de super estrella, si bien con los Pistons no llegó a firmar tales estadísticas debido a que lo que primaba era el juego en equipo, rindió a un gran nivel.

 
Al principio en el seno del equipo había mucha desconfianza con Mark debido a su mala fama. Incluso sus compañeros de Dallas echaban pestes de él en público. Casi todo el mundo daba por hecho que no ganarían el anillo ese año. Pero se equivocaron. Mark rindió de lujo, era el mejor amigo de Thomas y no tuvo problemas para integrarse, además su generosidad y coraje le sirvieron para ganarse a propios y extraños.

El traspaso Aguirre-Dantley hace honor a la línea de pensamiento que defiende que la estadística no lo es todo, que hay que ver más allá y es que si bien Dantley era ligeramente superior a Aguirre en números individuales, cuando hablamos de resultados colectivos el que sale ganador es claramente Mark.

Temporada del traspaso Aguirre-Dantley:

Pistons con Dantley:  30-12
 
Pistons con Aguirre:  30-6
 
Mavs con Dantley: 11-19      
 
Mavs con Aguirre:  25-19
 
Ambos equipos mejoraban con Mark Aguirre y los Pistons se convirtieron en una máquina imparable, los mejores de la liga. La diferencia principal radicaba en que Aguirre lo dio todo por el equipo, anteponiendo el conjunto a lo individual, justo al contrario de Dantley. Incluso le pidió al coach que pusiera a Rodman de titular por él si eso les hacía mejorar como grupo.

El duro camino al triunfo

Los Pistons se enfrentaron con toda la NBA y fueron odiados en cada estadio que pisaron, pero destacan sobre todo tres grandes rivalidades: Celtics, Lakers y Bulls.

  • Rivalidad vs Celtics

Ambos conjuntos tuvieron varias batallas en Playoffs, ganando las dos primeras los de Larry Bird, para el recuerdo queda una de las jugadas más memorables de la historia, que serviría para que los Celtics acabasen eliminando a Detroit en las finales de Conferencia del 87. Pese a la tremenda rivalidad, siempre hubo respeto entre ambos conjuntos y los verdes acabaron cediéndoles el trono del Este. Para hacernos una idea de lo que esto fue, qué mejor que el testimonio directo de los protagonistas:

Thomas: "Los Celtics del 86 eran el mejor equipo de siempre, y eran esos tipos a los que teníamos que derrotar". Lo acabaron haciendo.

Rick Mahorn, sobre sus duelos en el Garden: " Podíamos perder el partido pero no la pelea".

Para acabar de rememorar este choque, cabe destacar esto de Thomas: “Todo lo que aprendimos, lo aprendimos de los Celtics. Nosotros imitamos mucho de su estilo de juego. Ellos nos enseñaron bien.”

Y es que no es por nada que los Celtics fuesen llamados los 'Bad Boysde principios de la década' por el mismísimo James Worthy. Solo que los de Detroit lo llevaron a un nivel incluso más alto de tropelías.

  • Rivalidad vs Lakers

Al margen de los enfrentamientos en temporada regular, ambos conjuntos se vieron las caras en dos ocasiones en Playoffs, en 1988 y 1989.

La final que enfrentó a Lakers y Pistons en el año 88 es recordada como una de las mejores de la historia, con equipos muy igualados (dato: el ganador acumuló menos puntos totales que el perdedor) y un nivel baloncestístico rozando la perfección. Detroit contra Los Ángeles, los chicos malos contra los chicos buenos, los matones contra los jugones, los pobres contra los ricos, Isiah contra Magic.

En el sexto partido veríamos una de las mayores actuaciones de siempre. Thomas se torcería el tobillo y se vería obligado a jugar medio cojo, pero eso no le detendría y en el tercer cuarto anotaría 25 puntos (récord vigente en las finales NBA) para poner a su equipo por delante. Aun así, eso no les serviría para ganar el partido, ya que los árbitros pitaron una inexistente falta sobre Kareem que le mandaría a la línea de tiros libres para ganar el encuentro. En el séptimo los Pistons no se vieron capaces de superar a sus rivales y cayeron.

Pero la final de 1989 sería muy distinta. Los Lakers llegarían mermados por las lesiones (Scott sin jugar y Magic muy tocado) y fueron barridos 4-0 por unos Pistons sin piedad. Los de Detroit tan solo perdieron dos partidos en todos los Playoffs (contra Chicago).

  • Rivalidad vs Bulls

Aquí estamos ante posiblemente el segundo duelo más grande de siempre entre dos franquicias, por detrás del de Celtics y Lakers.

A parte de la rivalidad a nivel de juego, también la había a nivel de golpes, serían muchas las ocasiones en la que los jugadores de ambos equipos se engancharían a puñetazos. Por mencionar uno de los episodios más sonados, en 1988 IsiahThomas llegaría incluso a romperse la mano al golpear el rostro de Bill Cartwright, no se andaban con chiquitas. Se encontraron cuatro años seguidos en Playoffs, ganando los Pistons en tres, la victoria final de los Bulls les acabaría barriendo del mapa, de la misma manera que los Pistons habían acabado con sus “maestros”, los Celtics.

En 1988 los Bulls aún eran un equipo en desarrollo y no fueron verdaderos rivales, siendo despachados con cierta facilidad con un 4-1, pero esta sería la única serie en la que Detroit aplastaría a sus rivales.

Para ganar a Jordan en los playoffs de la temporada 88/89 , el cuerpo técnico de Daly inventó las Jordan Rules, un método para frenar a la estrella rival a base de acciones duras. Es algo que hoy en día sería tildado de salvaje, pero que en esa época la liga permitía. Los Bulls dependían demasiado de Michael y no fueron capaces de reaccionar.

La serie de 1990 vs los Chicago Bulls fue terrorífica. Scottie Pippen había evolucionado en su juego y ya era un All-Star, así que ya no valía con anular a Jordan, también tuvieron que sacarlo de sus casillas para poder avanzar de ronda. Lo que hicieron para detener a Pippen llegó a tal punto que el alero llegó a odiarles incluso más de lo que lo hacía Michael. Scottie detestaba a los Pistons con toda su alma y en la actualidad sigue habiendo resquemor en sus declaraciones cuando le hablan de sus rivales.

La serie de 1991 acabaría con los Bad Boys. Jordan y los Bulls estaban absolutamente imparables y vapulearon 4-0 a sus archienemigos, el ciclo había acabado. Los Pistons eran borrados del mapa después de cinco finales de conferencia seguidas y dos anillos de campeón, no se recuperarían después de esa derrota.

La cosa terminaría como tenía que hacerlo, con los jugadores de Detroit (encabezados por Thomas y Laimbeer) abandonando la pista segundos antes del pitido final y sin saludar a sus rivales. Bad Boys en su plena esencia.

Tampoco se librarían del ataque por parte de sus rivales. Por poner un ejemplo, Jordan se quedaría a gusto diciendo que los Pistons eran “malos para el baloncesto”, Cuando le preguntan a Pippen por este asunto, contesta diciendo que lo mismo ni les habría dado la mano si hubieran querido saludarse. Puro amor entre ambos conjuntos.

Y así, volvía a repetirse el ciclo: los Pistons sudaron sangre y fueron eliminados varias veces antes de poder acabar con los Celtics y lo mismo acabó pasando con los Bulls y los Bad Boys, solo que esta vez los “viejos” que acaban sucumbiendo serían los de Detroit, así es la vida y así es la NBA.

Esta imagen se vería poco en los duelos Bulls vs Pistons.

No podemos olvidarnos del último título de los Bad Boys, que sería en 1990, antes de ser exterminados por los Bulls.

En su última final, los de Daly volverían a arrasar. Los Pistons llevaban 20 años sin ganar en Portland, ¿Qué pasó? Que llegaron las finales y les ganaron tres veces seguidas a los Blazers en su casa. Eran la maquinaria perfecta y sus rivales, liderados por un grandioso Clyde Drexler, no estaban en su mismo escalón, los verdaderos rivales eran los Bulls de Jordan y ya los habían vencido esa temporada.

Su legado eterno

Los Bad Boys ganaron dos anillos, pero algunos integrantes del equipo defienden que podrían haber sido campeones tres veces seguidas de no ser por un error arbitral que le acabaría dando el anillo a los Lakers de Magic. A la estrella del equipo, Isiah Thomas, aún le duele ese fallo de los árbitros y siempre que puede lo recuerda, haciendo hincapié en que de no ser por este percance los Pistons habrían ganado 3 anillos, es decir, los mismos que los Celtics de Bird y tan solo uno menos que los Lakers de Magic. El base se expresa en estos términos con el deseo de reclamar su trono junto a los otros dos colosos:

“La falta pitada a Laimbeer que manda a Kareem a la línea de tiros libres y le da el anillo a los Lakers” (Thomas describe ese momento como uno de los más duros de su carrera).

 “Nosotros seríamos vistos de una forma totalmente distinta como equipo     […] La era debería haber sido: Lakers 4, Boston 3, Detroit 3.

Si bien son conjeturas (quién sabe si de haber ganado el primer anillo, posteriormente, la configuración del equipo habría sido distinta y no habrían ganado los otros dos o, simplemente, no habrían tenido la suficiente hambre), lo que está claro es que los Pistons de Thomas siguen siendo uno de los entes más emblemáticos de la NBA habiendo ganado o no esas finales.

He aquí la paradoja, un equipo que elevaba tanto el nivel de violencia que impedía que los árbitros pitasen la mayoría de las faltas, se vio privado de su primer título justo por una falta que no era.¿Robo? ¿Justicia Poética? ¿Lances del juego? Que cada uno lo juzgue por sí mismo.

Aparte de Jordan, Magic y Bird, los Bad Boys también son de los que cambiaron la NBA y no solo eso, sino que son uno de los equipos más importantes en la historia de la liga. Básicamente por dos motivos:

  1. Fueron el ente que acabó con el binomio Lakers-Celtics de los 80, además de establecerse como el puente entre el reinado de Magic/Bird y el de Jordan.
  2. Fueron el conjunto más influyente en toda la década posterior, donde muchos equipos tratarían de emularles en las configuraciones defensivas.

Aunque resulte extraño, los Detroit Pistons fueron la gran influencia del baloncesto en los 90, pero en esa década ya no serían de los grandes. Los pupilos de Daly influenciaron en la medida en que les quisieron copiar atrás. Su brutalidad, juego físico y estar constantemente en los límites del reglamento eran el paradigma que seguirían muchas defensas en la NBA.  Debido a que “destruir” es más fácil que crear, fue esta la faceta imitada, en lugar de la ofensiva, vertiente en la cual también eran grandiosos, pero pocas plantillas en los noventa tendrían tanta calidad como para siquiera tratar de imitar su cara más “amable”: la de la máquina anotadora. El principal "copión” de los Bad Boys sería Pat Riley y sus equipos, con unos Knicks y Heat plagados de guerreros.

A fin de cuentas, los Bad Boys serían odiados por muchos, pero lo que queda es fueron uno de los equipos más grandes jamás vistos y que ayudaron a crear al mejor jugador de siempre. El mismo Michael asegura que no habría sido tan grande sin los Pistons y es que un rival de tales dimensiones te hace crecer, tanto a nivel individual como colectivo. Para la posteridad queda esta frase de Jordan: “No habríamos sido capaces de ganar 6 campeonatos si no nos hubiéramos enfrentado y curtido antes contra los Detroit Pistons".

Nadie les regaló nada, sus triunfos fueron merecidos.

 


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